En el corazón del cerro gordo de una remota región de Jalisco, México, se alzaba majestuosa la Cueva de Chichitas El Grande. La leyenda contaba que esta cueva resguardaba un tesoro inimaginable de oro reluciente que tentaba a todo aquel aventurero valiente… o un poco loco.
Dicen que la entrada era tan estrecha que solo podían pasar aquellos con corazones valientes y estómagos fuertes para la aventura. Al adentrarse, el eco resonaba con la leyenda del tesoro: «Chiche blanca o chiche prieta», gritaba una voz misteriosa que resonaba por los oscuros corredores.
Ahí estaba el dilema: enfrentarse a la elección. Si optabas por la chiche blanca, la cueva te ofrecía una escapada rápida, arrancándote de sus profundidades con un viento que te llevaba tan veloz como un relámpago. Pero, si tu elección era la chiche prieta, prepárate para una aventura de aprietos, con pasadizos estrechos y giros inesperados que te desafiarían al máximo.
Muchos se aventuraron, ansiosos por el tesoro, pero la advertencia resonaba en sus oídos. Algunos valientes optaban por la chiche prieta, desafiando las estrecheces y giros, mientras otros, con corazones acelerados, elegían la chiche blanca para una salida vertiginosa.
Se dice que aquellos que lograban superar los desafíos eran recompensados con montones de oro que podían llevarse consigo. Sin embargo, la verdadera riqueza era haber sobrevivido a la prueba de la cueva.
Y así, la Cueva de Chichitas El Grande, con su tesoro tentador y su enigmática elección, se convirtió en una leyenda que desafiaba a los aventureros, ofreciendo no solo riquezas, sino una experiencia que pocos osaban afrontar.
¿Quién sabe? Tal vez aún aguarda en la penumbra del cerro gordo, desafiando a aquellos lo suficientemente valientes para enfrentar su misterio y su comedia peculiar.
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[…] La Cueva de Chinitas el Grande […]